12 de abril de 2013

Terrence Malick, filosofía con imágenes

¿Genio o vendedor de humo? ¿Poeta de la imagen o director pretencioso? Terrence Malick tiene el don de dividir a los cinéfilos con el estreno de cada una de sus películas. Después del punto de inflexión que supuso El árbol de la vida en su filmografía, ahora el director nos presenta To the Wonder, película que recibió tantos halagos como malas críticas en el pasado Festival de Venecia. Javier Bardem, Ben Affleck, Olga Kurylenko y Rachel McAdams son algunos de los intérpretes a los que podemos encontrar en este nuevo largometraje, el sexto de Malick como director desde que en 1973 comenzara su trayectoria con Malas tierras. Una camino que le convierte en uno de los directores más peculiares (y polémicos) en el panorama cinematográfico actual.



El estilo de Malick es tan reconocible que unos pocos minutos de metraje de cualquiera de sus películas serían más que suficientes para saber que nos encontramos ante una de sus obras. Detrás de este resultado final hay un largo proceso en el que Malick toma las riendas de una forma muy personal. En las jornadas de rodaje, cualquier cosa es susceptible de ser grabada. Incluso en los descansos, los actores son perseguidos por las cámaras, en busca de material susceptible de ser incluido en la película. Además, sólo se emplea luz natural, y los filtros y efectos como el zoom están prohibidos.

La flexibilidad que el director presenta a la hora de incluir nuevas imágenes y momentos espontáneos en la película hace que las primeras versiones de estas lleguen a durar varias horas, por lo que a la hora de trabajar en la sala de montaje surge la necesidad de eliminar una gran cantidad de material. Malick es conocido por su pulso firme a la hora de editar los films, obedeciendo a sus criterios personales y perjudicando en ocasiones a los actores. Ya pueden ser prácticamente desconocidos para el público o estrellas de fama mundial: el director no hace distinción. De esta forma, algunos de ellos llegan a desaparecer totalmente, como ha pasado con Jessica Chastain y Rachel Weisz en To the Wonder, mientras que otros ven reducido su tiempo en pantalla al mínimo, como fue el caso de Adrien Brody en La delgada línea roja o de Sean Penn en El árbol de la vida.

Las reacciones varían dependiendo de los actores: mientras algunos deciden tomárselo con filosofía, otros ponen el grito en el cielo al ver cómo su trabajo no ha valido para nada. Entre aquellos que han mostrado sus diferencias con Malick encontramos al veterano Christopher Plummer y el antes mencionado Sean Penn. Plummer, a quien vimos brevemente en El nuevo mundo, declaró que “nunca volvería a trabajar con el director”, añadiendo que “necesitaba desesperadamente un guionista”. Sean Penn, que repetía con Malick después de haber protagonizado La delgada línea roja, tampoco quedó satisfecho con el resultado de El árbol de la vida, en la que no encontró la emoción que desprendía el guión original. Con una mejor actitud, Olga Kurylenko confesaba recientemente que sus escenas favoritas de To the Wonder habían sido eliminadas. De la misma forma, Rachel Weisz, al enterarse que había sido borrada del metraje, destacó que al menos le queda la experiencia de haber rodado con el director.

Malick estudió Filosofía en la universidad de Harvard, lo que ha marcado toda su obra. A lo largo de su filmografía se repiten las reflexiones filosóficas de los personajes, que constituyen un elemento clave del guión y que suelen ser expresadas normalmente a través de las voces en off. La relación del hombre con la naturaleza y con Dios, el amor y la búsqueda de algo que vaya más allá de lo humano son algunos de los temas en torno a los cuales giran sus largometrajes. Su dominio de las imágenes ha hecho que se le reconozca por ser todo un poeta visual. Esta concepción del cine le aleja de los circuitos comerciales, mientras en otros goza de un reconocido prestigio, como ocurre en el caso del Festival de Cannes, en el que fue nombrado mejor director por su labor en Días del cielo y obtuvo la Palma de Oro en 2011 por El árbol de la vida. Premios que Malick no fue a recoger, ya que otra de sus peculiaridades es que nunca aparece en público, no concede entrevistas y sólo se existen contadas fotos suyas. Algo que contribuye a alimentar el misterio que le rodea, reforzado por su corta e irregular filmografía. Entre su segunda película, Días del cielo y la posterior, La delgada línea roja, pasaron veinte años (1978-1988), y tuvimos que esperar siete más para que llegara El nuevo mundo.

Su ritmo pausado de creación cambió abruptamente con la llegada de El árbol de la vida (2011), tras la cual anunció que tenía entre manos tres proyectos nuevos. Tras el estreno de To the Wonder, dos películas se encuentran en proceso de post-producción. Una es Knight of Cups, que contará con las interpretaciones de Cate Blanchett, Christian Bale y Natalie Portman. Los mismos actores repetirán en Lawless, en la que además también intervendrán Michael Fassbender, Ryan Gosling y Rooney Mara (siempre y cuando el montaje no lo impida, claro está). Además, Malick también está preparando un documental llamado Voyage of time, que versará sobre la naturaleza y el universo.  El tiempo dirá si este giro radical en el método de trabajo del director da buenos resultados. Lo que es casi seguro es que la controversia que le rodea no desaparecerá. 

Publicado en: www.puntoencuentrocomplutense.es